Quiero hacer contigo, lo que la primavera hace con los cerezos. P.Neruda

Muy feliz cumpleaños a mucha distancia.

29.10.2013 14:53

Nuestras abuelas eran amigas desde muy pequeñas, y ya sabéis que en los pueblos todos se conocen y era de esperar que viviendo sus madres en la misma calle, se hicieran amigas.

Sin embargo, nuestras madres no hicieron vida en el pueblo, su madre partió para Ciudad Real y la mía para Madrid. Pero, ellas mantuvieron el contacto. Todos los veranos desde muy pequeñas nos juntábamos en su casa del pueblo o en la mía y jugábamos a todos los juegos  a los que pueden jugar dos niñas de parvulitos. Muñecas, nenucos, carricoches, juegos de mesa. Cuando crecimos un poco más y ya éramos niñas de primaria nos pasábamos las tardes jugando con globos de agua y viendo telenovelas. Nuestros padres siempre nos dejaban en el pueblo con nuestras respectivas abuelas y luego nos venían a ver los fines de semana. Y eran los mejores fines de semana de la historia, os lo puedo asegurar que los he vivido. Mis padres nos llevaban al río y como éramos muchos para un coche de 5 plazas mi amiga y yo íbamos en el maletero. Tranquilos, mi padres llevaba mucho cuidado para no tener ningún accidente. Cuando estábamos en el río hinchábamos la barca, nos calzábamos las cangrejeras  y nos dedicábamos a chapotear en el agua. Luego dábamos  una vuelta con mi madre en busca de zarzas y moras para merendar. Cuando caía la tarde hacíamos una merienda cena con bebida, con melón y sandía y un bocata… ¡ah y por supuestos las moras! Fueron tiempos muy buenos, jugando a las cartas en la piscina y fingiendo bodas para poder tirar arroz. Esa ilusión, esa inocencia que poco a poco se fue convirtiendo en risas en carnavales y alguna copa de más.  Fiestas del pueblo, maquillaje, copas, pitis, sonrisas, mucha gente, noche, dormir por la mañana y lo mejor: que me mandase callar a voz en grito porque llegábamos más tarde de lo que sus padres nos habían dicho. En voz en grito, y a mí me daba la risa y a ella se le contagiaba…

Han sido muy buenos momentos y no los cambio por nada. Esos guantazos intentando patinar sobre hielo, esos videos en el teleférico, esas películas a escondidas, esos “presumiendo que lo sabe todo”… (8), y sobre todo esos “qué bien lo parió su madre”. Esos momentos con ella no los cambio por nada. Ojalá la pudiera abrazar ahora, la echo mucho de menos y más le vale echarme de menos a mí, já. Espero que pase unos increíbles 18. Y que sepa que la quiero mucho.

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